Vender una vivienda es un reto, especialmente en esta época en la que la venta de pisos ha caído en picado. El número de compradores es escaso, y la oferta en el mercado es muy amplia, por lo que es importante no cometer ningún error para que la venta sea rápida y satisfactoria.
Un error muy importante y común es el de no invertir en arreglar pequeñas averías y defectos, además de no renovar la pintura. Aunque a simple vista no parezca un fallo muy importante, es algo que devalúa considerablemente una vivienda, ya que el comprador, que tiene un presupuesto establecido generalmente, sumará el gasto de la inversión a realizar a la del precio de la vivienda e invertirá una cantidad menor en la compra.
Hay desperfectos además que a simple vista dan sensación de dejadez y pueden llevar a pensar al comprador que la vivienda se encuentra en peor estado de lo que realmente está, y acabará decidiéndose por otro inmueble.
Si quieres que el comprador pague el precio que has fijado para tu casa, lo mejor es que pongas atención en los pequeños desperfectos, como grifos que gotean, humedades, ventanas o puertas que no cierran bien… El comprador interesado pondrá atención en todos estos detalles, después de todo comprar un piso es una inversión importante.
El arreglo de estas averías no implica que el vendedor tenga que invertir en reformas importantes para la casa, que pueden no gustar al posible comprador. No hay que hacer una inversión desmesurada antes de vender un piso, ya que el gasto realizado incrementará el precio de la vivienda, restándole competitividad en el mercado.